"En mis dominios nunca se pone el sol"

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domingo, 8 de marzo de 2009

La música en el cine (bandas sonoras)


La música en las películas nació cuando el propio público comenzó a pedir acompañamientos musicales a lo que veía. Y esto se llevaba a cabo bien a través de una banda de música que tocaba a la vez que se proyectaba la película o bien por medio de pianos o gramófonos. Pero hay que tener en cuenta también que esta música no se añadía a la proyección solamente en función de lo que se estaba viendo en la pantalla, sino para atenuar el ruido que hacían las bobinas. Y así comenzó a utilizarse la música de grandes compositores como Chopin o Bethoven, aunque aún no se componían canciones específicas para el cine. Ahora vamos a ver las distintas etapas que se pueden distinguir en la historia de las bandas sonoras.

1908: En esta fecha, dos compositores, Camille Saint-Saëns y Mihail Ippolitov-Ivanov, crearon varias piezas para las películas El Asesinato del Duque de Guisa y Stenka Razin. Este hecho, más que ser tomado como ejemplo, fue visto como algo original dentro de un mundo que no cesaba de evolucionar. Durante el período mudo todas las salas tenían algún tipo de acompañamiento musical, desde un simple piano a una orquesta completa, y la música que se interpretaba eran melodías clásicas conocidas por el público. Con la llegada del sonoro desapareció este acompañamiento en vivo, y comenzó a crearse música específica para las películas.

1914: En este año se produjeron cuatro filmes con un fondo musical creado específicamente para ellas. La italiana Cabiria cuenta con la participación del músico J. K. Briel, a quien se considera uno de los primeros profesionales en la producción de música para el cine. Tan solo un año después, eran diez las películas con fondo musical, cuatro realizadas por el citado Briel, que compone la partitura de una emblemática (y controvertida) producción: El Nacimiento de una Nación. Fue a partir de estos momentos cuando se generalizaron las composiciones de este tipo, contando cada estudio con sus propios compositores.

Años 30: Esta época se caracterizó por una mayor profesionalidad en la música para el cine. Con los nombres de Erich Korngold y Max Steiner como mayores representantes de esta época. Y la música comenzó a utilizarse sólo cuando lo pedía el propio guión. Pasó mucho tiempo hasta que los cineastas se dieron cuenta de la gran fuerza del silencio en las películas habladas. Según Max Steiner, productores y directores "empezaron a añadir un poquito de música aquí y allá para acompañar escenas de amor o secuencias mudas". Y es que a partir de los años treinta, los grandes estudios tenían departamentos musicales completos, con una plantilla de compositores, adaptadores-arreglistas y directores de orquesta. Al principio, la música se ajustaba a la acción de modo bastante burdo, y se tomaban de los archivos musicales. Esto cambiaría en 1933, con la película King Kong, cuando el citado Max Steiner hizo saber a directores y productores todo lo que se podía llegar a hacer con una partitura original totalmente sincronizada con las imágenes.


Max Steiner


Años 40: Durante esta época, Erich Korngold y Max Steiner siguen trabajando, lo que no impide que lleguen nuevas promesas que hacen que el mundo de las bandas sonoras se perfeccione aún más. Porque entre las décadas de 1930 y 1940, los compositores que empezaron a crear música para películas procedían de distintas áreas de la composición musical. De la comedia musical de Broadway, por ejemplo, llegaba Alfred Newman; de las salas de conciertos y de la ópera se hayaron Erich Wolfgang Korngold, Dimitri Tiomkin y Nino Rota; y Bernard Herrmann y Victor Young procedían de la radio. Diversos compositores de música clásica hacían también importantes contribuciones en este campo.

Años 50: Suponen el dominio absoluto de Alfred Newman, pero con un Bernard Herrmann que comenzaría su prestigio por estos años colaborando con otro genio, Orson Welles. Continuaron trabajando con éxito Miklos Rozsa y Dimitri Tiomkin, y surgieron otros importantes autores en este importante acervo de compositores. Algunos de ellos procedentes de la llamada música ligera y del jazz. Entre éstos cabe mencionar a Elmer Bernstein, Georges Delerue, Ernest Gold, Maurice Jarre, Henry Mancini (El Guateque, Desayuno con diamantes, La mujer perfecta), Alex North y Lalo Schifrin. Mientras, otros compositores como John Barry, Jerry Goldsmith y John Williams esperaban una oportunidad, algunos de ellos haciendo música para la televisión, considerada por entonces una amenaza más para la industria del cine.


A mediados de la década de 1950, el gran público comenzó a tomar más en cuenta la música de las películas, cambio de actitud que los estudios rentabilizaron animando a sus compositores a escribir temas vendibles, melodías y canciones que pudieran editarse en disco. Por ejemplo, la canción «Moon River», de Johnny Mercer y Henry Mancini para Desayuno con Diamantes (Blake Edwards, 1961) vendió más de un millón de copias. A todo ello contribuiría, por supuesto, la mejora técnica de los sistemas de grabación sonora, lo que se haría evidente en los grandes filmes épicos de los cincuenta y sesenta.

Años 60: Fue una época de renovación, con nuevas figuras ahora internacionalmente reconocidas, como Henry Mancini, John Barry, Ennio Morricone (Los Intocables de Elliot Ness) y Maurice Jarre. No obstante, las viejas figuras todavía continuaron trabajando. Así, Alfred Newman siguió componiendo durante toda la década de los 60, aunque a un ritmo más lento, y Bernard Herrmann compuso algunas de sus mejores obras. Por su parte, el ya conocido Elmer Bernstein renovaría también la música del western, acaparando una atención que, hasta el momento, tuvo Tiomkin.

Años 70: Fue una época de crisis que sólo fue resuelta con la llegada de John Williams y sus revolucionarias orquestaciones. En esta década el dinero tuvo una gran importancia, porque todo el tema financiero hizo que los grandes estudios comenzasen a utilizar intérpretes populares en sus películas, cuyas canciones no tenían nada en común con lo que se veía en la gran pantalla. De esta manera los estudios no tenían que pagar a los compositores para que compusieran para sus películas.

Años 80: Llega la revolución con el uso masivo del sintetizador que, si bien ya había comenzado a utilizarse años atrás, en esta década tuvo sus mejores ejemplos en autores como Vangelis. Sin embargo, la música de orquesta continuó en alza, con John Williams y Jerry Goldsmith a la cabeza de la misma, pero con la aparición de nuevas figuras como James Horner, Hans Zimmer (Thelma & Louise, de Ridley Scott), James Newton Howard y Alan Silvestri.

Años 90: A principios de esta década se produjo una recuperación de las canciones no compuestas exclusivamente para una película, en una descarada carrera comercial. No obstante, la música original compuesta para una película no calló; al contrario, tras el anuncio del retiro de Williams (por suerte, al final se confirmó que continuaba trabajando), otros autores fueron apareciendo en este apasionante mundo musical, que junto a los tradicionales, compusieron verdaderas maravillas. El resumen de los mismos se centró en dos compositores: Mark Mancina, como representante de los que utilizaban los sintetizadores, y David Arnold, cuyas partituras eran tremendamente sinfónicas, siendo muy destacables el tema central de Stargate y la llegada de las naves extraterrestres en Independence Day. Eran autores que, sin duda, en los próximos años serían tenidos muy en cuenta.

Tampoco quisiera olvidarme de los compositores españoles. Está el ya conocido José Nieto (siempre que oigo su nombre me acuerdo de la fascinante banda sonora de 'El Puente', con un Alfredo Landa espectacular), pero encontramos a los demás nombres, como los de Bernardo Bonezzi, Bingen Mendizábal o Alberto Iglesias, que hacen posible que pensemos en la verdadera creación de música para cine en el mercado español. Últimamente, autores como Roque Baños o Ángel Illarramendi están trabajando muchísimo y con obras de gran calidad. Sin embargo, los compositores de nuestro país tienen graves problemas y limitaciones a la hora de componer bandas sonoras. Así, los productores de un filme lo que hacen es tomar el dinero sobrante de la realización de una película y dárselo a un compositor para que con dicho dinero cree la banda sonora, incluida la grabación de la misma. Por último, actualmente destaca el compositor de la banda sonora de 'El Orfanato', aclamada película española, Fernando Velázquez, oriundo de Leioa, Vizcaya. Este joven comenzó componiendo para cortometrajes y ahroa a dado el salto a la industria cinematográfica de las grandes productoras.

En definitiva, hoy en día nadie puede concebir una película sin una banda sonora, sin una música que acompañe y se adapte a las imágenes que estamos viendo. Y aunque algunos directores de cine casi despreciaron este elemento cinematográfico ('No me gusta la música de las películas. Detesto ver a un hombre en el desierto muriéndose de sed con la orquesta de Filadelfia detrás de él', comentó el cineasta John Ford), muchos otros no dudaron en utilizarlo (incluido el propio Ford) para dotar de una mayor calidad a sus producciones.

La verdad es que hasta el propio Ford rehusó en un principio a la idea de añadir a sus películas una banda sonora, pero con el paso del tiempo nos hemos dado cuenta de que una canción ha valido a más de una persona para ganar un oscar a la mejor banda sonora. Es cierto que cada vez que vemos una película no nos fijamos en la música que acompaña a las imágenes que se proyectan en la gran pantalla, pero si nos parásemos a escuchar nos daríamos cuenta de lo buenas que pueden ser estas bandas sonoras. No sólo hay que fijarse en ellas, sino que tenemos que relacionar la música con la imágenes vemos.

Nota: Para José Ramón Ledesma, conservando el propio estilo de exámenes que hizo, hace, y seguirá haciendo. No sólo para evaluarnos a sus jóvenes pupilos en la nota de ortografía, sino para desarrollar suafición al cine y su afección hacia nosotros.

El hombre dual

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